Cada vez que viajo, me doy cuenta de lo que parecido que somos, jamás en mi vida el concepto de frontera lo he entendido, tal vez por ese corazón reaccionario y contestatario que me he hecho todo este tiempo.
Solo basta ver a los ojos, encontrar al ser humano dentro de los distintos acentos o lenguajes, solo basta verlas manos de los demás, la sonrisa, solo basta ver como palabras como amor y respeto significan exactamente lo mismo.
No me refiero a que seamos iguales, tenemos parecidos razonables con cada persona que habita este planeta, con cada hombre y mujer con que nos crucemos, algo que nos dice que no somos tan distintos, a pesar de lo bueno o malo que pueda llegar a ser alguien, a pesar de todo eso, todos tenemos un corazón que late fuerte y constante, unos ojos que se llenan cuando lo permitimos de cielo y un enorme esperanza que a mi me gusta llamarlo fe. |