Un tinto sobre la mesa al lado de una vela que solo permitía ver sombras e imaginar lo demás, Él, sentado con la pierna cruzada y Ella a punto de romper lo que se conoce como distancia social, esa que tanto estorba cuando las ganas por besar son tan grandes.
Los ojos de Ella exigían menos distancia, las manos de Él pedían tregua y así era la charla tan directa, que la honestidad era lo único que mantenía encendida la llama de esa vela, único testigo en esa noche fría.
No se realmente como piensan los hombres, si teniendo frente a su nariz a quien es el amor de su vida, se resisten, se niegan, se pierden
Él: Todos los hombres somos islas
Yo soy una isla
Ella: No te preocupes, sé nadar |
quiero saber quien me envio un poema es dia 11 de febrero del 2009 entre a la pagina. chidos poemas felicitaciones