Las manos apretando, un poco mas y las uñas empezarían a desgarrar, no entendía muy bien lo que pasaba, no había gritos ni reproches, no parecía una despedida, solo había miradas ausentes y demasiado dolor en las palabras.
Ni siquiera el lugar era el adecuado para lo que estaba pasando, donde estaba el cielo nublado o el frio que como cuchillas lastimaría las mejillas, no entendía, solo veía en ese taxi a dos extraños tratando de encontrar justificaciones imposibles.
Ella: Si alguna vez me quisiste déjame ir
Él: Guarda tus palabras, no necesitas mentir
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